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Pere Renom

“No te dimos un lugar fijo, ni faz propia, ni un oficio peculiar, Oh Adán!, porque el lugar, la imagen y los empleos que desees para ti, estos los tengas y poseas por tu propia decisión y elección […] Ni celeste, ni terrestre te hicimos, ni mortal ni inmortal, para que tú mismo como modelador y escultor propio, más a tu gusto y honra te forjes la forma que prefieras para ti.”

Giovanni Pico della Mirandola - De la Dignitat de l'home

Enmascarados?

publicado el 2.04.2020

El uso de la mascarilla para afrontar la epidemia de coronavirus es un tema muy controvertido. Hay especialistas que la recomiendan en todo momento, y otros, por el contrario, que la consideran necesaria sólo en determinadas circunstancias. Esta polémica surge básicamente porque hay muchas incertidumbres en torno a la transmisión directa del virus. No se sabe hasta qué punto la transmisión aérea es importante, no se sabe el grado de protección que confiere la mascarilla (en ningún caso es total), no se sabe qué concentración de virus hay que inhalar para contraer la infección, no se sabe cuánto tiempo se mantiene viable en el aire, ni se sabe qué distancia es capaz de viajar. Hay, sin embargo, unanimidad en el uso de la mascarilla por el personal médico, por las personas que muestran síntomas de estar enfermas, y por las personas en cuarentena (que han estado en contacto con personas enfermas), ya sean asintomáticas o presintomáticas. La utilidad de la mascarilla es básicamente para evitar la salida de partículas de saliva cargadas con virus cuando hablamos, tosemos o estornudamos. Por lo tanto, es una medida para proteger a los demás en caso de que estemos infectados. Como en realidad no sabemos si estamos o no infectados, muchos médicos consideran que hay que llevarla siempre por prudencia. Otros argumentan que el uso masivo de mascarillas por la población, reduce su disponibilidad para el personal médico, que son quienes más las necesitan. Mientras diferentes centros de investigación del mundo buscan aclarar las incertidumbres de la transmisión directa, tenemos claro cómo funciona la transmisión indirecta: a través de las manos contaminadas cuando nos tocamos una mucosa. Por lo tanto, tenemos la solución a la mitad del problema y es lavándonos bien las manos con agua y jabón.

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