Carrera armamentista contra el coronavirus
Los ecólogos menudo hablan de la hipótesis de la Reina Roja, como una metáfora para describir ciertas dinámicas evolutivas. La expresión se extrajo de la novela de Lewis Carroll, «Alicia a través del Espejo», donde Alicia visita el país de la Reina Roja, y descubre que allí hay que correr para no moverse de sitio. Esta dinámica se ha detectado en la coevolución de muchos organismos, como predador-presa, herbívoro-planta o huésped-parásito, y consiste en un aumento paralelo de la aptitud (fitness), para mantener el statu quo. Una presa como la gacela es cada vez más veloz, lo que obliga a un predador como el guepardo, a desarrollar más y más velocidad para adaptarse. La acacia desarrolla largos pinchos para evitar los herbívoros, y la jirafa, a su vez, se protege con una lengua muy dura. Esta dinámica también se puede ver como una escalada o carrera armamentista. Los humanos la hemos seguido muchas veces a lo largo de la historia. Quizás los ejemplos más conocidos son el aumento progresivos del tamaño de los buques de guerra, emprendido por los países más poderosos, justo antes de la 1ª Guerra Mundial, o el incremento del arsenal nuclear mantenido por EEUU y la URSS durante la Guerra Fría.
Nuestra relación con los virus también sigue esta dinámica. El coronavirus, está adaptado a infectar las células de nuestro sistema respiratorio, y nosotros nos defendemos con anticuerpos, ya sea porque los hemos adquirido después de sufrir la infección, o porque estaremos vacunados. A la larga, empero, perderemos la inmunidad y volveremos a sufrir la infección, o el virus mutará y adquirirá la capacidad para superar de nuevo a nuestro sistema inmunológico. Este tipo de empate técnico lo hemos observado ya con el virus de la gripe, y es probable que también lo acabemos estableciendo con el coronavirus.
Humanos y virus evolucionaremos, para no movernos de sitio.