Higiene de las manos
El consejo que más a menudo estamos escuchando estos días para evitar el contagio del coronavirus es que nos lavemos bien las manos. Pero por qué? Para entenderlo podemos recurrir al homúnculo de Penfield, una representación del cuerpo humano proporcional al área cerebral que se ocupa de las funciones sensorial y motora. Destacan los ojos, la lengua, los labios, y sobre todo las manos. La mayor parte de los recursos neuronales los destinamos diariamente a las manos. Comemos, nos rascamos, escribimos, cocinamos, nos vestimos, nos acariciamos o nos hacemos cosquillas con las manos, de ahí el verbo manipular. De hecho, es uno de los grandes logros de nuestra especie. Pero todo tiene un precio. Si observamos al microscopio la punta de un dedo descubriremos un verdadero zoológico. Las huellas dactilares parecen, a esta escala, barrancos profundos en los que se pueden alojar todo tipo de microorganismos (virus, bacterias, hongos, e incluso huevos de gusanos). También se aprecian células epidérmicas que se van desescamando y los poros por los que se segrega sudor. Si en vez de mirar la yema miramos la uña, aún quedaremos más sorprendidos. Por mucho que nos lavemos las manos, varios estudios indican que no lo hacemos correctamente. Nos dejamos muchas zonas sin limpiar, especialmente entre los dedos, bajo las uñas y en la base del pulgar. Por lo tanto, tenemos que frotar muy bien todas estas superficies con jabón durante un minuto. Y el jabón es importante por dos motivos: porque elimina la grasa de los dedos y permite que el agua arrastre los microorganismos, pero también porque disuelve la bicapa lipídica que conforma el envoltorio del virus.