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Pere Renom

“No te dimos un lugar fijo, ni faz propia, ni un oficio peculiar, Oh Adán!, porque el lugar, la imagen y los empleos que desees para ti, estos los tengas y poseas por tu propia decisión y elección […] Ni celeste, ni terrestre te hicimos, ni mortal ni inmortal, para que tú mismo como modelador y escultor propio, más a tu gusto y honra te forjes la forma que prefieras para ti.”

Giovanni Pico della Mirandola

El bolero de Ravel

publicado el 10.10.2018

Maurice Ravel (1875-1937) fue un compositor francés del siglo XX. De su padre, ingeniero suizo, heredó el perfeccionismo, y de su madre, de origen vasco, la atracción por la estética musical española. Compuso una cuarentena de obras para piano, música vocal, de cámara y sinfónica. La más conocida es el bolero, un encargo de la bailarina rusa Ida Rubinstein. La melodía es un ostinato, una reiteración obsesiva, que muchos consideran hipnotizante. A priori debería haber sido un fracaso pero paradójicamente se ha convertido en una de las composiciones musicales más famosas de la historia. La mayoría de adultos occidentales la sabrían tararear. Pero ¿por qué la encontramos tan fascinante? Y ¿cómo no aburre a pesar de las repeticiones? Lo analizamos siguiendo la Orquesta Sinfónica del Vallés.
Intervienen James Ross director titular de la Orquesta Sinfónica del Vallès (OSV); Pau Montané y Dani Guisado percusionistas de la OSV; Ivana Rossell ingeniera acústica, Master Acústica La Salle, URL; Jordi Jauset, doctor en Comunicación, ingeniero y músico; Martí Cuní, técnico de exteriores de Catalunya Música, y Carles Lobo, productor musical de Catalunya Música.

La repercusión de la percusión
Dani Guisado, percusionista de la Orquesta Sinfónica del Vallés, explica qué elementos componen una caja y cuál ha sido el papel de la percusión en las orquestas sinfónicas a lo largo del tiempo.

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